Cada día, menos personas trabajan en el campo: OIT

Debido a la creciente urbanización y las brechas económicas y sociales entre las zonas urbanas y rurales en América Latina y el Caribe, una de cada cinco personas trabaja en el campo, tendencia que, incluso, va a la baja.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) para América Latina y el Caribe, presentó en Colombia su informe “Trabajar en el campo en el siglo XXI” , y aseguró que hay muchísima menos gente ahora que hace 50 o 30 años viviendo en zonas rurales, hay un proceso de urbanización.

Actualmente, explicó, en la región 123 millones de personas viven en zonas rurales, de los cuales 52 millones -el 20% del total de trabajadores- laboran allí y de ellos “al menos 27 millones están en situación de empleo vulnerable”.

De lo que se desprende que el sector rural concentra el núcleo duro de la pobreza, la exclusión y la informalidad en la región.

De acuerdo con este informe, elaborado por la OIT a partir de información estadística de 14 países, en 1950, unos 94 millones de personas habitaban el campo en la región y el 58% laboraba en él.

Para 2050, se espera que 90 millones vivan en zonas rurales y solo 13% trabaje en ellas.

De acuerdo con el documento, en Latinoamérica la pobreza rural (46,2%) es mayor que la urbana (23,8%) y el empleo vulnerable -incluido el trabajo por cuenta propia- es más alto en los campos (56%) que en las ciudades (27%).

En el campo, los ingresos promedio en 2014 fueron equivalentes al 68% de los registrados en las urbes. La tasa de pobreza rural de 46,2% que afecta a 60 millones de personas es muy superior a la tasa de pobreza urbana, de 23,8%, advierte el texto.

El documento concluye que existe la necesidad de redoblar esfuerzos para solucionar las problemáticas que provocan el traslado de la población del campo a las ciudades, como los altos niveles de pobreza y de vulnerabilidad, brechas de infraestructura e inversiones físicas y sociales, y falta de oportunidades para los jóvenes.

En América Latina y el Caribe, explica, ha habido un “cambio estructural” en la participación del empleo agrícola, al pasar de 55% a 15% entre 1950 y 2010, aunque ha aumentado la productividad. Pese a ello, actualmente el 58,3% de los trabajadores rurales se dedica a la agricultura.

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