Siembra de cacahuate deja más que el maíz

“Yo tengo 10 años sembrando cacahuate, no lo va a creer, pero esta semilla me la regaló mi cuñado que vive en Xul, allá en Oxkutzcab, es cacahuate Virginia, no es el rojo, y me gustó cómo se dio en un mecate y de esa semilla es que hemos seguido y el año pasado sembramos 2 hectáreas, y cosechamos 5 toneladas, que la pagan mejor que el maíz.

“Allá en Xul dejaron de sembrar el cacahuate y ahora mis sobrinos nos pidieron semilla y se las di, con el compromiso de que si no consiguen quien se las compre yo se las compro a un precio justo; el año pasado compré cosecha y la pagué a 20 pesos y yo lo que hago es prepararla para botana, con su chile habanero y la vendo en 60 pesos el kilo; la verdad deja más que el maíz, pero la inversión es grande; el año pasado llevé una bitácora y de las 2 hectáreas se invirtieron 20 mil pesos, relató William Salvador Chin Chan, ejidatario de la Unidad de Producción Juulujché de este municipio.

Acompañado por su hijo, yerno y nieto, el hombre de campo dijo con orgullo que, aunque el trabajo de campo es pesado y cansado, tiene gratificaciones cuando llega el momento de la comercialización. Se dijo afortunado porque uno de sus hijos ha seguido sus pasos.

Mientras sembraba el cacahuate siguiendo la línea del surco, reconoció que el cultivo del cacahuate le ha dado mayores beneficios que el maíz, razón por la que año con año van integrando más superficie a este cultivo con el riesgo del temporal, ya que esta oleaginosa no soporta los extremos de sequía y humedad.

A bordo de tres motocicletas, don William, su hijo Roberto Chin Cab, su nieto Daniel Rolando Chin Tec y Enrique Mugarte Tec, llegaron a la unidad de producción antes de que salieran los primeros rayos del sol con la meta de sembrar por lo menos media hectárea y, para hoy jueves, otra superficie igual.

Ubicados muy cerca de las ruinas de Oxkintok y en el límite de las tierras de Maxcanú, los hombres de campo llegaron preparados con la semilla, líquido, hilos, botes y sembradores para hacer la labor del día.

“Cuando digan las 11 nos quitamos y ya estuvo, a hacer otras actividades, porque el sol ya está muy fuerte, por eso a las 6 de la mañana estamos viniendo; aquí en esta unidad de producción son como 15 hectáreas y son de Opichén, del ejido y las trabajan como 8 personas; el camino está difícil, sobre todo cuando llueve, por eso nos hemos organizado y hemos quitado algunas piedras, pero acá no tenemos camino saca-cosechas.

“Acá es donde mi papá, mi cuñado y yo sembramos el cacahuate, es una buena zona y nos ha dado buena cosecha y cada vez sembramos más, porque está mejor que el maíz, porque el cacahuate con 2 ó 3 lluvias buenas ya da la cosecha”, relató Roberto, hijo de don William.

La semilla que utilizan es la que seleccionan de cada cosecha y justo el martes pelaron los cacahuates: “Ayer (por el martes) estuve pelando las semillas, me duelen los dedos”, dijo Roberto, entre risas.

Mostró la primera hectárea que sembraron hace 4 días y las otras 3 que van a trabajar: “Aquí ya se sembró y el cacahuate va a empezar a asomar, aquí se ve de chiquito que va brotando; tiene sus medidas sembrar, porque se ponen 2 semillas en cada orificio, en una calle de 2 surcos y con espacio de 90 centímetros, para eso usamos las líneas.

“Se dejan 70 centímetros de distancia entre planta y planta y el cacahuate crece como un arbusto; hay dos variedades: el rojo y el Virginia. Primero se limpia el terreno y usamos el terreno en el que se sembró maíz, se limpia, se prepara, se pasa la máquina y luego se siembra”, relató.

Paso a paso

En los cubos se echa la semilla y se mezcla con una sustancia que evita que se la coman los “bichos” o pájaros.

Cada hombre de campo se acomodó su cubo con semilla, que alcanza para 10 surcos, y ya sea cruzado como bulto o a la cintura como cangurera, van sembrando sobre la línea que previamente colocan a una distancia de 90 centímetros, que es lo que mide el sembrador de largo.

Una vez colocadas las líneas de siembra van sembrando paso a paso y, al finalizar, sellan o “rocían” la zona con herbicidas y van “vigilando” el cultivo para que, en 3 meses y 3 semanas, se arranque cada arbusto y se voltee con la raíz al cielo y se sequen los cacahuates.

“Se voltea la matita, se arranca con la raíz y allá abajo están los cacahuates; se voltea con las raíces y cacahuates al sol para que se sequen y es cuando vienen las personas que empleamos para la pizca, que dura unos 4 ó 5 días.

“Ese día es un convivio, porque se empiezan los trabajos de cosecha, principalmente son señoras que vienen con su banquito y van cosechando el cacahuate, que se les paga a 17 pesos el kilo, pero se mide por cubeta”, relató Roberto.

La venta

Don William dejó de vender su cosecha al mejor postor, pues decidió procesar sus cacahuates e incluso comprar la producción de otros campesinos.

“Mi papá los prepara fritos, con chile habanero y se vende, él lo vende todo con gente de Opichén, el que trabaja en Kekén, el que trabaja en Crío, el que está en el transporte de Mérida-Opichén, el sitio de taxis, todos los que quieran vender bien le compran a mi papá las bolsas de 400 gramos preparadas o el kilo”.

Don William ha aprovechado “el toque” botanero que tiene su sazón para la venta de los cacahuates y así ha desplazado más de 5 toneladas de cacahuate.

“Yo las vendo en 22 pesos las bolsitas de 400 gramos preparadas y el que quiera el kilo, se lo doy a 60 pesos, si ellos lo quieren vender a otro precio y ganarle más, es de ellos y para ellos; pero sé que a muchos les gusta mi cacahuate y hasta les va mejor vendiendo esto que lo que ganan vendiendo otras cosas”, dijo orgulloso.

Juventud, divino…

El hijo, el yerno y el nieto de don William siguen sus pasos y, aunque el nieto Daniel, de 12 años, desea continuar sus estudios, su abuelo le ha dicho que a veces aunque tengan el título de la profesión no hay trabajo y lo mejor es aprender el trabajo de campo desde chicos.

“Yo tengo 61 años y la gran mayoría de los ejidatarios son de esta edad, pero ahora los jóvenes no quieren trabajar el campo, se van de albañiles, migran, aquí todos los días salen las camionetas con los albañiles que se van temprano y regresan de tarde.

“Yo a los 10 años aprendí del campo, empecé a estudiar para contador, pero el patrón que tenía no me dejaba combinar el trabajo y la escuela y lo dejé, y me gustó esto del campo y de mis 7 hijos, los 5 hombres, sólo uno está, es Roberto, y de él su único hijo acá está, es Daniel; uno tiene fecha de caducidad y cuando no estemos, pues ojalá le sigan”, dijo.

Lo que falta

Para que el cacahuate pueda despuntar, dijeron, requiere del sistema de riego y los productores de esta zona se organizaron para tenerlo hace años, pero la falta de asesoría les hizo perder dinero, tiempo y esfuerzo, ya que el pozo, la bomba y todos los esfuerzos iniciados se quedaron inactivos.

“Si se tiene el riego, todo el año se puede tener cacahuate y claro que hay compradores; somos como 460 ejidatarios y el riego le sirve a todos, para el maíz o el cacahuate”, dijo.

Aunque para los productores representa una oportunidad este cultivo y han migrado a él, para la Sagarpa, cabeza de sector, este cultivo ni siquiera figura en sus estadísticas de siembras y cosechas.

El último dato que se tiene es el del año 2004, cuando Yucatán tenía una producción de 50 toneladas en 50 hectáreas ubicadas en Tekax, Opichén, Yaxcabá, Sotuta y Santa Elena.

Para los Atlas Agroalimentarios de la Sagarpa, el cacahuate ni siquiera figura en el compendio; del cacao brincan al café.

El último dato público disponible de la Sagarpa es del 2004, cuando la producción nacional fue de 51 mil 400 toneladas de cacahuate en 55 mil hectáreas.

Los principales productores eran Chiapas, Sinaloa, Oaxaca, Chihuahua, Puebla, Guanajuato y Guerrero, que concentran el 80 por ciento de la producción.

Entre los últimos 5 productores se encontraban Yucatán con 50 hectáreas, Tamaulipas con 37, Nuevo León con 2 y el Estado de México con 74 hectáreas. (VERÓNICA MARTÍNEZ. POR ESTO)

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