Enfermedades por cambio climático costarán 250 mil muertes hacia 2050

En el mapa se ve en tonos azulados, rojos y morados, los nuevos nichos donde se ha detectado vibrio, de acuerdo con el especialista.

Un patógeno que circulaba en zonas tropicales de Asia ahora conquista cada vez más terrenos septentrionales. Aunque puede ser mortal, la bacteria es más bien el reflejo de un problema mayor: el cambio climático traerá consigo más enfermedades e impactos en la salud que aún no consideramos. Sin embargo, basta recordar que la pandemia por COVID es sólo una muestra de cómo la degradación del medio ambiente tiene también un efecto en el hombre.

Jaime Martínez Urtaza es investigador de la Universidad Autónoma de Barcelona y ha estudiado a lo largo de más de dos décadas la expansión de la bacteria del género vibrio, causante del cólera, hacia regiones donde era insospechado. El académico ofreció la conferencia “Cambio climático y salud: anatomía de una pandemia” dentro del ciclo Universidades por la Ciencia que se lleva a cabo en El Colegio Nacional en colaboración con Fundación UNAM.

Aunque hace un par de décadas la vinculación entre cambio climático y salud parecía improbable, incluso por las propias revistas científicas enfocadas en la medicina, actualmente son indisolubles.

“El aumento de la temperatura genera eventos de calor asociados a la mortandad de personas mayores, así como la calidad del aire provoca problemas respiratorios o la calidad del agua en la transmisión de patógenos”, señaló el especialista, quien refirió que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que entre 2030 y 2050 habrán unas 250 mil muertes por año a causa de enfermedades directamente asociadas con el cambio climático.

Agregó que a esto se suman las enfermedades zoonóticas (transmitidas por otros animales), donde el cambio climático genera zonas más idóneas para que, por ejemplo, sobrevivan los mosquitos que portan un patógeno. “De todos los animales, los dos que generan más muertes en humanos son, en segundo lugar, el mismo humano —que genera medio millón de muertes anuales a sus congéneres—, pero el primero es el mosquito con 725 mil muertes al año”.

Apuntó que al analizar todas las enfermedades infecciosas siempre hay unas cuantas que están el “top” en su vinculación con el cambio climático. De acuerdo con estudios del Centro Europeo de Control de Enfermedades entre los tres primeros se encuentra el vibrio, la  Lyme borreliosis y el dengue. Las tres manifestaciones clínicas de la vibriosis son, la más común, la gastroenteritis —liviana a severa (cólera)—, la septicemia y las heridas en la piel, acotó.

De acuerdo con el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EU, el vibrio es el único patógeno que se han incrementado entre los que se transmiten por alimentos. El ciclo de vida del vibrio-cólera es muy complejo, pero se ve favorecido por el aumento de temperatura, por lo que recordó que éste es un patógeno marino, donde el calentamiento que ocurre en el océano es del 93.4%, en tanto que en la atmósfera es del  2.3% y 2.1% en los continentes.

Es por ello que la expansión de este patógeno es para el especialista un barómetro microbiológico del cambio climático, puesto que su presencia está regulada por dos variables vinculadas a éste: aumento de temperatura y decremento de salinidad, causados por eventos como El Niño.

Desde mediados de los noventa, su grupo de investigación comenzó a ver una expansión de la zona originaria del vibrio en todo el mundo, desde la costa de Perú, que no es tropical, pero favorecida por El Niño, hasta el Mar Báltico, muy cerca del Círculo Polar Ártico.

ACCIÓN INDIVIDUAL. Este es sólo un ejemplo de lo que está ocurriendo en un nicho ecológico, pero el problema es complejo y requiere atender varios frentes, puesto que el cambio climático es un reto de impacto global.

“¿Qué vamos a hacer”, pregunta el académico. En cada ciudadano se puede “cambiar en nuestras vidas para reducir el impacto”.

Todo mundo está de acuerdo en hacer algo contra el cambio climático, puntualizó el científico español, “pero cuando le dices a alguien ¿qué vas a hacer?, te responden sobre el auto que comprará”.

Convertir esta inquietud en acciones y desiciones de nuestra vida es un gran reto y es lo que debemos conseguir, añadió. “Debemos llevarlo a un terreno del día a día y reducir el impacto de nuestros hábitos”.

Nuestra responsabilidad es mayor a la que imaginamos o estamos dispuestos a reconocer, porque ¿de dónde procede la generación y mayor huella de carbono emitidos a la atmósfera? “De muchas actividades que hacemos todos los días, relacionadas con el transporte, generación de energía o de nuestros alimentos: el 14%, 37% y 21%, respectivamente”, de acuerdo con la FAO.

Más a detalle, el 6.5% es la producción de carne, que el tráfico de las ciudades el 10.6% y la construcción de casas 11.2%. “A veces se nos viene a la mente esa imagen de la fábrica echando humo negro cuando el tema del cambio climático se comunica y no es del todo acertado, muchos están asociados a actividades cotidianas, es ahí donde podemos hacer algo”. (ISAAC TORRES CRUZ. CRÓNICA.)

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