Aprieta al consumo nuevo etiquetado y satanización daña marcas y empresas

Más allá de los comparativos engañosos que surgirán a partir de abril respecto a la evolución económica, los expertos reconocen que la mejora será lenta.

Una variable para la que no hay indicios de avance es la inversión. La pública porque la disponibilidad de recursos está amarrada a los proyectos icónicos del gobierno de Andrés Manuel López Obrador y a los programas asistencialistas. La privada porque hay desconfianza.

En cuanto al consumo, si bien el empleo tiende a recuperarse, la evolución será gradual lo mismo que el poder de compra.

Por eso el golpe a la demanda interna es inédito frente a otras crisis, máxime que la SHCP de Arturo Herrera no implementó medidas contracíclicas.

El consumo interno venía a la baja desde 2019 y la pandemia aceleró el desplome. Un factor nodal para una más rápida mejora es la inmunización contra el Covid-19, pero los avances de la autoridad sanitaria a cargo de Jorge Alcocer son precarios con apenas 16.6 millones de vacunas aplicadas.

Según Nielsen que dirige Cecilia Partida la problemática del consumidor se refleja en una caída del 4% en la demanda en las tienditas. También ha bajado la del formato de conveniencia en donde se ubican firmas como OXXO que dirige Carlos Arenas. En autoservicios hay un fuerte crecimiento de las marcas propias.

Pero además hay otro elemento que se presenta en la actual coyuntura del mercado interno, y es la afectación de la nueva Ley de Etiquetado que empujó Economía de Tatiana Clouthier.

ConMéxico de Jaime Zabludovsky dio una fuerte batalla. Hoy justo muchos de sus miembros igualmente se ven afectados en su desempeño por los nuevos sellos.

Estos cambios en los patrones de consumo también los documenta Nielsen. Las familias han abandonado muchos productos en función del número de sellos. Si hay cuatro se prescinde más allá del poder de la marca.

Hay un empujón a las categorías más naturales lo que se estima llegó para quedarse, mientras que los alimentos con azúcar son satanizados y se ha reflejado en el anaquel en medio de la caída del consumo.

Se visualiza que la clientela está dispuesto a comprar artículos hasta dos sellos. Más de ese número evalúa el desembolso, con las implicaciones para muchas empresas.

Así que el nuevo etiquetado ya aprieta fuerte en un entorno muy desfavorable.

Tras la caída del 23% que tuvo el PIB de restaurantes en 2020, lo que se tradujo en 120,000 unidades cerradas, el 20% del universo, y la pérdida de 400,000 empleos, Canirac que comanda Germán González Bernal no ha quitado el dedo del renglón para lograr algunos estímulos fiscales el año próximo. Se ha platicado con Tatiana Clouthier de Economía, la STPS de Luisa María Alcalde, gobernadores y candidatos incluso al Congreso. Obvio no hay nada definitivo. Un punto que se solicita es el acrecentar la deducibilidad al consumo, vieja petición ahora urgente. De lo contrario recuperar el terreno perdido para esta industria se prolongará hasta seis años. Así de grave. (ALBERTO AGUILAR. NOMBRES, NOMBRES Y…NOMBRES. EL ECONOMISTA.)

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